La socialización en las personas mayores favorece una buena salud emocional y psicológica
La socialización es un proceso por el que una persona se adapta e interioriza su entorno y la cultura del grupo social donde vive en sociedad incorporando los elementos socioculturales que se le ponen a su alcance, haciéndolos propios y estableciendo, en relación a su forma de ser, la importancia que ejercerán en su vida cotidiana y que, finalmente, colaborarán en construir su identidad . Hay dos tipos de socialización, la primaria , que se produce durante la infancia, en el entorno familiar, y la secundaria , que nos permite la interiorización de normas concretas del entorno social y se alarga durante toda la vida de individuo. La familia es el principal agente socializador en la primera etapa de la vida, pero cuando la persona se hace mayor sigue siendo clave mantener el vínculo con ésta para poder seguir activa en el mundo que le rodea y no permanecer aislada del entorno. Asimismo, debe tenerse presente que cuando la persona finaliza su etapa laboral no sólo disminuyen sus obligaciones y tareas dentro del mundo social, sino que en gran parte deja de relacionarse con el entorno cotidiano que, normalmente, lo ha acompañado durante muchos años. Durante esa retirada se producen muchos cambios y pérdidas tanto en el funcionamiento como en el rol de las personas. Para entender cómo afecta todo esto a las personas es necesario tener en cuenta dos conceptos: el rol social y el estatus. Los roles sociales son “el conjunto de funciones, comportamiento, normas y derechos definidos social y culturalmente que se esperan que una persona haga o ejercicio de acuerdo con su estatus social adquirido o atribuido”. El estatus va ligado con el rol social que tenemos, de modo que, cuando una persona se hace mayor y deja el mundo laboral, éste también se ve afectado la mayoría de las veces. Así que, en nuestra sociedad, mientras uno trabaja se siente inmerso en el mundo, se siente útil y puede compartir con los demás sus ideas, aficiones, pensamientos, pero todo cambia repentinamente con la llegada de la jubilación. Diferentes estudios han demostrado que el apoyo social ayuda a mantener la salud y que, por el contrario, la jubilación y la soledad aumentan el riesgo de depresión en las personas mayores. Entre los trastornos mentales, la depresión se considera una de las principales causas de discapacidad. De hecho, ocupa el cuarto puesto entre las primeras causas de la enfermedad. La jubilación debe verse y entenderse como un duelo, un proceso psicológico como el que se experimenta después de cualquier pérdida, no sólo ante la muerte de un ser querido. Hay personas que desean alcanzar la jubilación para poder gozar de lo que su día a día en la etapa laboralmente activa no les ha permitido. En cambio, hay otras que tienen resistencias y miedo a la jubilación, porque no saben qué van a hacer con el nuevo tiempo disponible y les da miedo afrontarse a sí mismos. Lo cierto es que las personas envejecen tal y como han vivido la vida, y esto está relacionado con su forma de ser y de hacer. Si han tenido una buena salud mental y han sabido afrontar sus problemas, superar las dificultades y adversidades de la vida, y adaptarse a los cambios, en general no les hace ningún reparo jubilarse. Pero en cualquier caso, lo que debe procurarse es que este proceso no las aboque a un aislamiento social ya una soledad no deseada, ya que eso sí haría que cayesen en la enfermedad. Es aquí cuando cabe señalar la importancia de la socialización de las personas mayores. Las relaciones interpersonales y la participación social son vitales para seguir proporcionándoles un sentimiento de utilidad y pertenencia, contribuyendo así al mantenimiento de una buena salud emocional y psicológica. Algunos estudios apuntan a que la implicación social, incluso, retrasaría el inicio de la demencia. Tal y como muestra un estudio publicado en la Revista The Lancet en 2000, llevado a cabo por el Centro de Investigación de Gerontología de Estocolmo con una muestra de 1.203 individuos de más de 75 años, en las personas con una red social pobre o limitada aumenta en un 60 por ciento el riesgo de sufrir demencia . Por este motivo, es importante que todos los profesionales que trabajemos con las personas mayores hagamos una valoración global que incluya el sentimiento de soledad que puedan presentar y que les podamos derivar así a los recursos sociales de la comunidad y del entorno , como centros cívicos del barrio, espacios para la gente mayor, aulas de extensión universitaria para la gente mayor... El objetivo es que puedan seguir socializándose y manteniendo un contacto activo con la sociedad. El Equipo de Atención Psicosocial (EAPS) Mutuam Barcelona , impulsado por la Obra Social 'la Caixa' y que actualmente coordino, forma parte de un nuevo proyecto llamado ' Fin de vida y Soledad '. En el marco de esta iniciativa, el objetivo es sensibilizar a la comunidad en relación al fenómeno de la soledad y la etapa del final de vida y crear red territorial entre las diferentes entidades de la comunidad para detectar personas que están solas, y abordar sobre todo aquellos casos de soledad no deseada. Otro objetivo es poner a estas personas en contacto con una persona voluntaria que las acompañe en este tramo y les ayude a socializarse con el entorno, de forma que evitemos que caigan en depresión, inicien un proceso de demencia o desencadenen ninguna enfermedad relacionada con esta problemática social. En este sentido desde Grup Mutuam disponemos del área de personas mayores activas, Mutuam Activa , para impulsar el ocio, la cultura, las amistades y fomentar el envejecimiento. Meritxell Naudeillo Psicóloga y coordinadora del EAPS Mutuam Barcelona impulsado por la Obra Social 'la Caixa' Grupo Mutuam
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