Duelo y pérdidas emocionales de personas y familiares cuando se ingresa en una residencia
Ingresar a un familiar en una residencia para personas mayores es una experiencia emocionalmente abrumadora para muchas familias. Este proceso puede generar sentimientos de culpa, ansiedad y tristeza tanto a los familiares como a las personas mayores. También supone un duelo, y una gestión de lo que implica vivir en un sitio que no es el hogar.
Para comprender y gestionar estos desafíos emocionales hemos hablado con Cristina Páez, Trabajadora Social Sanitaria en Grup Mutuam. En sus palabras “hablar abiertamente sobre el envejecimiento y las etapas finales de la vida ayuda a normalizar estos temas ya reducir la ansiedad y la culpa cuando llega el momento de tomar decisiones difíciles”.
Dos situaciones, dos enfoques
Para comprender el proceso de ingreso en una residencia, es crucial diferenciar entre dos situaciones. Por un lado, están las circunstancias repentinas , como accidentes, enfermedades graves o intervenciones quirúrgicas inesperadas. Éstas pueden requerir un ingreso temporal o permanente en un centro residencial. Por otra parte, están las situaciones en las que el deterioro físico y cognitivo de un ser querido ha sido progresivo. En estos casos, son los familiares quienes consideran la posibilidad de ingresar a esta persona en una residencia.
En el segundo escenario, uno de los desafíos más complejos es la necesidad de llegar a un consenso entre los miembros de la familia cuando no todos valoran la misma opción. Algunos pueden estar de acuerdo y ver la necesidad de ingreso, mientras que otros pueden tener dudas o estar en desacuerdo. Esta diversidad de opiniones puede crear tensiones y conflictos familiares, lo que convierte esta etapa en un desafío emocional adicional.
Hablamos para naturalizar y gestionar las emociones
"Sacar del hogar a un miembro de la familia siempre es un proceso doloroso", explica Páez. Durante ese proceso, además, suelen surgir dos emociones en las familias: la responsabilidad y la culpa.
La responsabilidad implica asegurarse de que la persona reciba la atención y el cuidado adecuados. La culpa está relacionada con la idea de "abandonar" a la persona en una residencia, de ser "mala hija" o "mal hijo". Hablar de los procesos naturales del envejecimiento y el final de la vida como parte de la vida es la mejor forma de naturalizar algo que, seguro, que nos llegará.
Uno de los consejos clave para las familias que enfrentan la posibilidad de ingresar a un familiar en una residencia es iniciar el proceso de planificación y comunicación lo antes posible . Involucrar a la persona en la toma de decisiones puede ayudar a mitigar el sentimiento de culpa. Sin embargo, esto puede resultar complicado si la capacidad cognitiva está gravemente afectada y la persona no puede expresar sus deseos con claridad. En estos casos, la familia actúa en función de lo que creen que su familiar hubiera deseado. Por eso es tan importante hablar de estos temas mientras se mantiene la salud mental.
Discutir los aspectos positivos y negativos del cambio de residencia, así como visitar distintas residencias juntos, puede facilitar una transición más suave. Aunque las opiniones pueden ser divergentes, es preferible que se expresen y se consideren en lugar de reprimirse.
Aspectos clave en el proceso de ingreso en una residencia
El proceso de ingreso óptimo, por unos y por otros, pide estar muy bien informado de todo lo que implica. Los procedimientos administrativos, el tiempo de resolución de la petición de una plaza de residencia pública o privada; los diferentes servicios a los que pueden optar (atención al hogar, centro de día, apartamentos, viviendas tuteladas, etc.). En este sentido, es clave aclarar aspectos legales y jurídicos (testamentos, últimas voluntades, herencias, poderes legales, etc.).
Aparte de la información administrativa, es necesario saber cómo se vive en una residencia para elegir una. Y, para saberlo, es necesario visitar diferentes equipamientos con la persona mayor , en la medida de lo posible. De esta forma, podrá expresar su opinión hacia el servicio visitado. Si no es posible, es la familia quien debe explicar que está valorando diferentes residencias para darle una mejor calidad de vida.
Además, es crucial ir preparando a la persona en este proceso y explicárselo todo bien. “De la misma manera que nunca se nos ocurriría matricular a una criatura en una escuela nueva sin explicárselo bien, tampoco podemos hacer esto con una persona mayor” dice Páez. Deberemos ir transitando por esta nueva etapa juntos, haciéndonos cargo de las emociones que vivimos como familiares y de cómo lo está viviendo la persona afectada.
Detalles que importan
Páez destaca: "un aspecto que a menudo se pasa por alto, pero que es de gran importancia es el cuidado de las mascotas, sea un perro, un gato o un pajarito". Las personas mayores pueden tener mascotas que representan una parte significativa de sus vidas. Tener en cuenta qué sucederá con los animales cuando la persona ingrese en una residencia es primordial, y su cuidado debe ser una prioridad en la planificación.
El impacto emocional para los residentes y las familias
“Mudarse a una residencia es todo un proceso de duelo. La palabra ya lo dice: “mudarse”, dejar atrás el vestido que se llevaba para vestirse con una nueva muda”.
La persona mayor que se muda a una residencia deja atrás su casa y su vida. Deja atrás su barrio, sus relaciones sociales y vecinales y, en definitiva, todo lo que ha construido a lo largo de los años. Esta pérdida viene seguida de un ingreso en un sitio nuevo, un servicio donde debe convivir con personas nuevas y con profesionales. Debe aceptar nuevas normativas, nuevos horarios y nuevas rutinas y esto, a menudo, no es fácil.
Para paliar este duelo hay que acompañarles, en primer lugar, haciendo visible todas las pérdidas que pueden ser representativas él o ella. Y, en segundo lugar, es necesario que les ayudemos a visibilizar todas las ganancias que un centro asistencial les puede ofrecer.
La preparación emocional es esencial, tanto para los familiares como para la persona que ingresa en la residencia. “A pesar de todo, nadie te ahorra los sentimientos de culpa, confusión, responsabilidad, etc., que aparecen en este proceso de decisión”, señala Páez. "Son emociones y sentimientos naturales". Para las familias, el proceso de ingreso es emocionalmente desafiante porque "se vive como un abandono o un desentendimiento". En este sentido, buscar apoyo profesional puede ser muy útil. Los/las trabajadores/as sociales de salud pueden ofrecer esa orientación y apoyo a las familias.
El papel del/de la trabajador/a social sanitaria
El equipo de profesionales de trabajo social sanitario desempeña un papel fundamental en este proceso. Su función es acompañar a las familias y las personas mayores y detectar, legitimar y normalizar emociones y sentimientos que surgen en todos estos procesos de duelo no reconocidos. Estos profesionales están capacitados para brindar apoyo emocional y orientación práctica a las familias mientras navegan por el proceso de ingreso en una residencia.
"Los profesionales que estamos en torno a estos procesos y de esta etapa del final de la vida, a menudo, intervenimos cuando detectamos a personas mayores y familiares muy resistentes a hablar. Si nos dejan, acompañamos a familias que se perpetran en la negación más absoluta o que viven ese proceso con un dolor intenso y con confusión y desorientación profunda", dice Páez.
Es necesario que cambiemos la percepción de las residencias y del envejecimiento
Para superar la estigmatización de las residencias de personas mayores y entenderlas como una opción de calidad y natural, “ es necesario un cambio profundo en la percepción de la vejez y el envejecimiento en la sociedad” . Vivimos en una sociedad abocada a la idealización de la juventud y el éxito”, dice Páez. "Hay que llevar a cabo campañas que pongan el foco en la riqueza de las personas mayores, en la fortaleza de sus historias de vida. Hay que dar importancia a la gente mayor en la crianza de los nietos y de la tribu”.
En paralelo, "es necesario también que empecemos todos a entender y a ver la parte positiva de recibir cuidados de profesionales y de servicios, y no sólo del núcleo familiar. Los tiempos van cambiando y esta mirada también es importante que evolucione."
Páez añade que "hay que desarrollar modelos residenciales más modernos e inclusivos que promuevan la interacción social y ofrecerlos como alternativa a la soledad y el individualismo". "También hay que dar más importancia al tema de los cuidados y que éstos dejen de feminizarse".
El proceso de ingresar a un ser querido en una residencia es una experiencia compleja y emocional. Requiere una comunicación abierta, una planificación esmerada y, en ocasiones, el apoyo de profesionales. Comprender que el ingreso en una residencia es un duelo y ponerle nombre a las cosas ayuda a hacer frente a todas las emociones que se desprenden. Y, sobre todo, ayuda a poder transitar esta etapa de una forma más saludable. Por lo que respecta a las familias, entender también que sentimientos de culpa y ansiedad son reacciones naturales ayuda a abordarlos de forma efectiva. La clave está en la empatía, el respeto y la preparación emocional de todos y todas.
Cristina Páez
Trabajadora Social Sanitaria en Grup Mutuam.
93 380 09 70